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Probablemente nadie en su sano juicio encargaría a su fontanero que le practicara una operación de urgencia a corazón abierto. Prácticamente todos escogeriamos a un cirujano titulado y con experiencia. Parece absurdo ¿verdad? Sin embargo esta curiosa situación se da de forma cotidiana a la hora de elegir cómo cuidamos nuestra salud mental.

En los últimos años los Colegios Profesionales vinculados a profesiones sanitarias y diversas asociaciones dedicadas a la ciencia y a la prevención sectaria han alertado de un alarmante incremento de las llamadas pseudoterapias (terapias falsas) dedicadas a tratar una gran cantidad de dolencias, que van desde los trastornos mentales a las enfermedades físicas, llegando a “aplicarse” a enfermedades crónicas o a cuadros de gravedad importante.

Pero la situación no sólo es nociva por constituir un delito de intrusismo profesional, sino que en última instancia puede conllevar un atentado contra la salud pública de los ciudadanos, al recibir supuestos cuidados psicológicos y físicos por parte de personas no formadas, eso unido al gasto económico en recibir presuntas terapias que, en el mejor de los casos, tienen un efecto nulo.

El problema es que paralelamente a estas pseudoterapias se ha ido forjando un movimiento basado en creencias supersticiosas, pensamiento mágico, y corrientes de la new age, que ha terminado cristalizando en lo que se ha dado en llamar “origen emocional de la enfermedad”. Esta corriente se basa en simplificar y culpar al afectado de todos los problemas físicos, sociales, psíquicos, familiares, e incluso económicos que pueda estar sufriendo en su vida. Esta falacia de la responsabilidad total se cobra cientos de víctimas en personas que acuden a charlas informativas, aparentemente inocentes, buscando una solución a una crisis o a un problema en sus vidas, y terminan atrapados en una auténtica maquinaria de manipulación psicológica.

Ante esto el Consejo Superior de la Psicología de España requiere de la colaboración de todos, ya sean profesionales o afectados, que tengan conocimiento de estos hechos, el ejercicio de las profesiones sanitarias al margen de la Ley 44/2003 de Ordenación de las Profesiones Sanitarias constituye hoy un atentado contra la integridad y salud de las personas. Por eso resulta muy importante solicitar siempre el número de colegiado a los “terapeutas” que se consulten para verificar que poseen formación reglada (licenciatura/grado o titulación homologada) ¿Deseas saber más sobre estos movimientos y conocer un caso paradigmático?

Lee el artículo completo de Carlos Sanz Andrea de Psicología en Zaragoza en colaboración con el Instituto Superior de Estudios psicológicos haciendo click aquí.

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