Una de las muchas expresiones en que la ansiedad manifiesta es en un comportamiento intenso y desbocado hacia la comida, coincidiendo con momentos de nuestra vida en que nos vemos incapaces de manejar una situación muchos usamos la comida para regularnos,ante la frustración, ante los sentimientos disfóricos, e incluso ante el aburrimiento, y aunque en la actualidad existen varios libros varios sobre la mal llamada “ingesta emocional” generalmente el problema es tratado de forma superficial e inefectiva, explican muy bien que es, pero no explican cómo dejar de comer compulsivamente.
El aspecto principal a contemplar en estos procesos es que se suple un déficit de gestión psicológica consumiendo grandes cantidades de comida en muy poco tiempo, y no cualquier clase de alimento, seran alimentos muy calóricos y apetitosos, especialmente aquellos que contienen una combinación 50:50 de grasa y azúcar, por eso tu donut favorito es el clásico, las tartas de queso son tan atrayentes, y los helados tan satisfactorios ¿casualidades? Claro que no, tal como explica Paul Kenny investigador de la neurobiología de la obesidad y la adicción este tipo de alimentos incide sobre el sistema de recompensa del cerebro, activando los mismos circuitos neuronales que se disparan al consumir drogas tan adictivas como la cocaína o la heroína, son alimentos tan tremendamente atractivos que los seres humanos y los animales nos decantamos por ellos una y otra vez, una combinación que no se encuentra en la naturaleza y que nos puede llevar a la obesidad si no sabemos ponerle freno.
Todos estos datos son muy interesantes, y resulta muy necesario seguir las pautas médicas, si se quiere bajar de peso de forma saludable, sin embargo aún hoy en día uno de los errores básicos de todas las formas de afrontamiento es que lo primero que se hace es ignorar el factor más importante, el psicológico, se da por descontado, y se supone que solo consiste en tener fuerza de voluntad, no es extraño entonces que resulte muy tentador ceder al reclamo rápido y milagroso de la dieta de moda, del gimnasio que promete un cuerpo diez en pocas semanas, o bien embarcarse en una cruzada de ayunos continuos en lugar de cambiar de hábitos, y es que todas estas formas de afrontamiento en última instancia están destinadas al fracaso, si, independientemente del número de kilos o del resultado que se consiga ¿y eso por que? debido a que no existe un tratamiento real respecto al origen de la voracidad, apuntandonos a estas modas estamos evitando afrontar el núcleo de la ansiedad, lo único que hacemos es tapar la causa, que luego incluso aunque se haya conseguido adelgazar volverá inevitablemente a manifestarse, y no solo en atracones de comida sino quizá en otro tipo de sintomatología aún más destructiva.
Así las situaciones de las personas afectadas se vuelven mas y mas insostenible conforme la comida adquiere un papel protagonista como sustitutivo de una buena gestión emocional, y en forma similar a las adicciones tarde o temprano toda la vida comienza a girar en torno a la comida, solo se perciben pensamientos negativos en un círculo de culpabilidad provocado generalmente por los atracones cuando se pierde el control y el consecuente exceso por el efecto de violación de la abstinencia (EVA), este ciclo de ayuno-control y sobreingesta-descontrol se repite una y otra vez en ocasiones durante años.
A nivel Psicológico será prioritario realizar una anamnesis para observar como se ha llegado a esta situación, generalmente existe un punto que empezó a marcar el descontrol y una serie de hábitos que se han ido abandonando en pos del refuerzo inmediato que supone la ingesta de comida, el análisis funcional debe ser individualizado, volver a adquirir la capacidad de regular la ansiedad evitará que nos sintamos desbordados por cada nueva situación, que aprendamos a abordar las que sucederán en el futuro, y que no huyamos a cada paso hacia los recursos fáciles, esos que a cambio de una recompensa inmediata reducirán nuestra calidad de vida y nuestra salud a largo plazo.