La Real Academia Española da una definición de la persona tímida como “temeroso, medroso, encogido y corto de ánimo” quizá son adjetivos que nos vienen a la cabeza cuando pensamos en alguien tímido, afortunadamente el abordaje psicológico hoy en día es mucho más elaborado, una vez superadas las concepciones primitivas, las cuales atribuían la timidez a un defecto de carácter, a inseguridades, o incluso a enfermedades, hoy día la timidez se ha convertido en un tema digno de atención y susceptible de mejorar bajo abordajes Psicológicos, ya que puede tener repercusiones realmente importantes, y hacer tambalearse aspectos laborales, familiares y sociales de la persona, ocasionándole un malestar significativo y mantenido en el tiempo.
Para aquellos que buscan una explicación biológica hay que señalar que incluso investigadores de la genética como Kagan y Schwartz (*) en sus estudios sobre temperamento infantil y conductas desadaptativas valoran como más importante y decisiva la experiencia ambiental y el aprendizaje por encima de la leve predisposición que pueda desarrollarse,debemos liberarnos de las visiones inmovilistas, y admitir que la timidez per se no es un rasgo negativo, incluso puede tener consecuencias atractivas al observador, por ejemplo pueden ser personas altamente receptivas y empáticas con las que da gusto hablar, una vez han aprendido cómo controlar la ansiedad por llenar los silencios de la conversación.
La reacción de timidez está asociada a la vergüenza o a la inseguridad, y se manifiesta ante disparadores concretos, los más habituales son encontrarse en una situación en la que hay que exponer algo en publico, evaluaciones, entablar relaciones con personas del otro sexo o sencillamente afrontar cualquier situación que sea nueva para una persona (**).
No hay por así decirlo “clases” de timidez, lo que sí puede variar enormemente es el estímulo disparador, siendo algunos mucho más importantes que otros, así se habla popularmente de “timidez amorosa” cuando realmente lo que queremos decir es que se disparan las sensaciones fisiológicas ante personas con las que se desearía tener una relación, si bien en Psicología realizamos la distinción en función de los estímulos hay que señalar que resulta muy importante distinguir entre fobia social y timidez, ya que aunque ambas puedan tener puntos en común (ansiedad, temblor, sudoración o tensión o rubor), y confluyan en un malestar ante relaciones personales, en la fobia social las reacciones de evitación suelen llegar a ser más extremas y generalizadas, la incapacidad y la interferencia en la vida diaria se hacen más acusadas, y la evitación provoca un ciclo de refuerzo negativo muy difícil de romper sin asesoramiento profesional
La timidez puede establecerse a fuerza de sufrir una y otra vez experiencias que se interpretan como negativas, aunque es más elaborado por ejemplo siguiendo el modelo de Albert Ellis podemos observar fácilmente la relación entre esos sucesos, que a su vez sirven de disparadores a las conductas de timidez, entendiendo que no son tanto los acontecimientos, sino lo que se piensa sobre ellos, lo que hace que las reacciones sean como son, sean estas emocionales, conductuales, o cognitivas; por ejemplo estas se suelen sitúan en el caso de la timidez por una acusada hipervigilancia sobre sí mismos, sobre el desempeño propio, junto con una marcada hipersensibilidad a las evaluaciones de los demás sumiéndo al afectado en una constante rotación, que produce una actuación inconexa o socialmente poco habilidosa, y que reanuda a su vez el ciclo, produciendo las famosas profecías autocumplidas, “va a salir mal, sale mal, y volverá a salir mal”
Por eso no se “deja” de ser tímido con una fórmula mágica, no es un rasgo a eliminar, hay actores, cantantes, periodistas, e incluso políticos que admiten ser muy tímidos y gozan de vidas enteramente satisfactorias, la clave está en abordar los aspectos que hunden los intercambios sociales, los cuales al repetirse se afianzan y producen que la vida se estreche cada vez más, terminando por recluir a las personas en una auténtica prisión mental, en la consulta de Psicología enseñamos y establecemos de mutuo acuerdo las pautas de conducta adecuadas, que combinadas con aprendizajes de gestión emocional y reestructuración cognitiva sientan las bases para deshacerse de las consecuencias negativas de la timidez, y crear experiencias de éxito y buen desempeño social, las cuales fortalecerán la confianza y repercutirán en una mayor calidad de vida.
(*) C.E. Schwartz, C.I.Wright,L.M.Shin, S.L Rauch “inhibited and uninhibited infants grown up: adult amygdalar response to novelty Science, 300, junio de 2003
(**) A.Cano Vindel,M Pellejero,M.A.Ferrer,I,Iruarrizaga y A.Zuazo, “aspectos cognitivos, emocionales, genéticos, y diferenciales de la timidez” UCM Revista electrónica de Motivación y Emoción, vol.4 núm 4.